martes, 25 de octubre de 2011

Las 4h de la madrugada, una hora no mágica


A veces pienso que dormir poco es una ventaja, pero otras veces me contradigo y pienso totalmente lo contrario. Es cierto lo que muchas personas me dicen cuando les cuento lo que me pasa… “si te levantas muy pronto tienes muchas más horas aprovechables para poder hacer miles de cosas”… desde las más divertidas u ociosas como leer, escribir, pintar o ver una serie o película a las más aburridas como poner una lavadora, pasar la aspiradora, prepararte el tupper o depilarte –eso sí, cualquiera que no implique al otro!-… pero también es cierto que a menudo a las 4h de la madrugada no te apetece hacer ninguna de estas cosas, sólo deseas poder dormir y levantarte a una hora más razonable! Pero te aseguro que toda persona que me lo ha argumentado como ventaja y que luego ha sufrido alguna vez de insomnio, me ha confesado que ya no le parecía tan ventajoso! Ah, y por no hablar de cuando esto te pasa en una cama que no es la tuya… como es mi caso de hoy! Sí, señores, es un handicap añadido! Por qué? Pues porque encima de que estás asqueada por no estar disfrutando de un sueño reparador, no puedes levantarte de esa cama que te está poniendo taaaan nerviosa porque no puedes encender luces, electrodomésticos, ni casi moverte… es decir, no puedes hacer nada que implique hacer ruido o generar cualquier sonido susceptible de despertar a quien comparte estancia contigo! De hecho, creo que estoy en condiciones de decir que eso es lo que peor llevo! Sí, definitivamente sí, porque tu ya estás suficientemente agobiada de que sea de madrugada y no consigas dormirte otra vez, como para que encima tengas que estar pendiente de si estás molestando o no y tengas que ingeniártelas para hacer cosas en silencio, sin luz y a solas. Así que a menudo me veo desarrollando mis pensamientos durante 3 horas tumbada en la cama con la luz apagada y moviéndome sólo de lado derecho a lado izquierdo -y viceversa- pasando por posición momia de vez en cuando. Y merezco credibilidad (por haberlo experimentado en mi propia piel) si digo que hacer esto un día tras otro no es nada divertido!
Puede que a muchos de vosotros os parezca una chorrada lo que voy a confesar, pero tener este problema con mis horas de placer nocturno me ha hecho incluso declinar algunas veces proposiciones (in)decentes de las que luego me he arrepentido –aunque bueno, si tengo que ser sincera conmigo misma, quizás muchas de las veces me ha servido de excusa para poder decir que no a algo que no me apetecía… 

sábado, 22 de octubre de 2011

Ser o no ser, esa es la cuestión!!!!

Creo que desde que nací he querido ser vegetariana. Nunca, desde que tengo uso de razón, entendí porqué tenía que comerme un animal... no entraba dentro de mis parámetros de entender la vida que me tuviera que comer un cerdo, una vaca, un calamar... Me acuerdo de ser una mocosa de muy pocos años y preguntarle a mi madre con inocencia "Qué es eso negro que hay dentro de la gamba? Caca? Qué asco! Y ella contestarme: No hija esto es su columna vertebral!" Me quedó marcado... Por qué tenía yo que comerme a un animal y su su columna vertebral? Pasaron los años y a los 15 le dije a mi madre -la misma de lo de la gamba!- que quería ser vegetariana... Como ella lo asoció a "mi hija no quiere comer", me puso impedimentos tales como ponerme un trozo de tofu crudo y decirme que aquello iba a sustituir una hamburguesa... Evidentemente, fui incapaz de comerme el tofu crudo y ella tuvo la excusa perfecta para "hacerme ver" que ser vegetariana no era una opción que me fuera a gustar. Aún así, yo seguía con la idea en mi mente. A los 18 años me fui a estudiar a Barcelona, con todo lo positivo que conlleva ser tú la que lleva las riendas de tu vida y de tu comida. Dejé de comer carne y pescado... no lo compraba ni lo comía en ningún sitio, excepto cuando me tocaba ir los fines de semana a visitar la família. Recuerdo como si fuera ayer el día en el que en una comida en casa de mis padres mi madre me puso una pechuga de pollo y yo, con lágrimas en los ojos, le dije "Soy incapaz de comérmelo. Soy vegetariana, porque así lo siento y así lo vivo". Nunca más he vuelto a comer ni carne ni pescado. Tengo 29 años, soy feliz viviendo conforme a mis sentimientos y pensamientos, disfruto muuuchísimo con la comida, y no lo cambiaría por nada del mundo.